Humberto Mendieta Torres
viernes, 30 de julio de 2010
MUERTOS EN POTENCIA
Por Humberto Mendieta
Cada ser humano que porta un arma es un muerto en potencia porque es quien está dispuesto a enfrentar una agresión, a vengar el honor mancillado, a recuperar lo hurtado, a devolver la ofensa. En fin, decenas de causas que lo llevan a defender o a atacar, y por supuesto, a arriesgar y a morir. Los antecedentes colombianos son macabros. Las armas están presenten en nuestra historia desde que se presume el nacimiento de la violencia en Colombia por la lucha de la tenencia de la tierra, por razones partidistas, por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, por el narcotráfico, y de nuevo por la tierra, pero esta vez enfundada en ropa de guerrilla o de paramilitarismo. Hay estadísticas.
Se estima que cerca de más de mil personas mueren a diario en el mundo sólo por lo que se denominan armas ligeras. Es decir el 38 corto, la escopeta de caza, la pistola doméstica, el revólver en la mesa de noche. Sólo la cuarta parte de esas bajas son por conflictos bélicos y el 5% por accidentes. ¿Qué pasa con el otro 70%? El 14% son suicidios y el 56% homicidios por asaltos y riñas, producto de la intolerancia y la violencia doméstica. Y ahí están como ejemplo diario los titulares de prensa con los mismos protagonistas: un marido celoso o un borracho rabioso. Una profunda cultura del arma, que tiene más arraigo en zonas caribeñas como La Guajira y el Cesar, y en regiones andinas como los Santanderes, Antioquia y los Llanos, produce un alto nivel de homicidios cada año, que contribuyen a que América Latina sea el continente más violento del mundo.
Hay una tendencia del colombiano a armarse en busca de sentirse seguro. Lo que logra ese ciudadano es crear situaciones de riesgo y patrones de conductas violentas en los niños. Tener un arma en casa incrementa casi tres veces el riesgo de muerte para una familia. En este país, el 82,2% de las muertes no se originan en el conflicto
Entonces ahí viene el fierro, el trueno, el chopo y toda la jerga del homicida ocasional, y quién quita, del matón profesional. Por todo esto hay que reconocer la efectividad del programa de desarme que se ha realizado aquí con el liderazgo de la Gobernación del Atlántico, ‘No a las armas, sí a la vida’, inclusive luchando desarmados contra fuertes corrientes opuestas al programa. Pero los números hablan y mostraron que los homicidios bajaron considerablemente durante los últimos cuatro meses de 2009. Fue un ejemplo de civilidad acogido como modelo en 31 departamentos con campañas pedagógicas. Han pasado 233 años desde que durante la colonia, en 1777, la Corona prohibió el uso de la ruana en Nueva Granada por considerarla peligrosa. ¿No podemos hacer lo mismo con las armas?
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) MUERTOS EN POTENCIA. Artículo de Opinión Publicado el 31 de julio en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia.humberme@yahoo.com
miércoles, 28 de julio de 2010
LOS NUEVOS VECINOS ESTÁN EN MERCADO.BANG
Por Humberto Mendieta
Pocas, poquísimas voces de protesta salieron de las gargantas de nuestros locuaces prohombres cuando el Gobierno decidió que en Barranquilla sería instaurado un Tribunal de Justicia y Paz para procesar decenas de paramilitares acogidos a la Ley que abriría paso al perdón y a la reconciliación. Por eso desde diciembre de 2006 se escuchan desgarradoras declaraciones de reos que ordenaron matanzas, nunca justificadas ni debidamente castigadas.
En cambio esos locuaces prohombres tendieron sin chistar una larga alfombra escarlata a la decisión. Ningún congresista de los que fungen ser atlanticenses musito palabra alguna. Nada les preocupaba o no entendían. No venían por ellos, era un asunto de la administración de justicia. Tampoco visualizaron el panorama de lo que hoy sufrimos. No vieron, por ejemplo, que esos reos viajarían acompañados de una corte, de lacayos, de siervos y de pistolas. Aquí se instauró un nuevo reino que hoy colabora generosamente con altos índices de criminalidad, como nunca se hubiese pensado. El Atlántico, con énfasis en Barranquilla, cerró en 2009 con un triste superávit: 516 muertes violentas contra 479 de 2008 y en 70 días del veinte diez sobrepasamos 80 homicidios. Hay de todo, claro. Riñas y cobros. Pasión, mafia y ladrones. Mil razones. Todo con una oferta amplia de gatillos, algunos de ellos son los nuevos vecinos y conforman un portal que debería llamarse mercado.bang.
Entre agosto de 2002 y octubre de 2009 la cifra de desmovilizados fue de 51.992. El 61% producto de las negociaciones de paz con las AUC. ¿Dónde están esos desmovilizados? Ya se los digo: Muchos aquí. Seguro que algunos en proyectos de resocialización, pero buena parte con la adrenalina encendida, pues las ofertas laborales institucionales son, a su gusto, muy aburridas. También en Barranquilla hay 104.532 desplazados por la violencia. Los procesos de adaptación y convivencia debe asumirlos la ciudad, que hace grandes esfuerzos para cumplir con esa carga. Un buen número se instaló aquí por miedo, luego de los juicios a los asesinos de sus parientes.
El tema es tan amplio y de estudio que el abogado y filósofo barranquillero Juan Pabón Arrieta hizo su tesis para Magíster en Derechos Humanos en la Universidad Alcalá de Henares sobre La Memoria y la Justicia Transicional , haciendo una crítica a la Ley de Justicia y Paz en Colombia. Se trata de aplicar justicia evitando la impunidad de los responsables por los crímenes cometidos mediante violaciones a los derechos humanos, sin que éstos pierdan su dignidad y puedan ser reincorporados a la sociedad. La justicia transicional es una respuesta a las violaciones sistemáticas a los DD.HH. Su objetivo es reconocer a las víctimas y promover iniciativas de paz, reconciliación y democracia. Qué bueno que el proceso de justicia y paz se abra paso, pero no es justo que ese camino se labre sin una política de retribución para el Atlántico y su capital, sociedades tradicionalmente pacíficas y que ahora pagan por ese riesgo, tanto que los reos piden quedarse en Barranquilla porque aquí, hasta en la Modelo, es más fácil la convivencia. Hay que complacerlos, son los nuevos vecinos, los de mercado.bang.
Pocas, poquísimas voces de protesta salieron de las gargantas de nuestros locuaces prohombres cuando el Gobierno decidió que en Barranquilla sería instaurado un Tribunal de Justicia y Paz para procesar decenas de paramilitares acogidos a la Ley que abriría paso al perdón y a la reconciliación. Por eso desde diciembre de 2006 se escuchan desgarradoras declaraciones de reos que ordenaron matanzas, nunca justificadas ni debidamente castigadas.
En cambio esos locuaces prohombres tendieron sin chistar una larga alfombra escarlata a la decisión. Ningún congresista de los que fungen ser atlanticenses musito palabra alguna. Nada les preocupaba o no entendían. No venían por ellos, era un asunto de la administración de justicia. Tampoco visualizaron el panorama de lo que hoy sufrimos. No vieron, por ejemplo, que esos reos viajarían acompañados de una corte, de lacayos, de siervos y de pistolas. Aquí se instauró un nuevo reino que hoy colabora generosamente con altos índices de criminalidad, como nunca se hubiese pensado. El Atlántico, con énfasis en Barranquilla, cerró en 2009 con un triste superávit: 516 muertes violentas contra 479 de 2008 y en 70 días del veinte diez sobrepasamos 80 homicidios. Hay de todo, claro. Riñas y cobros. Pasión, mafia y ladrones. Mil razones. Todo con una oferta amplia de gatillos, algunos de ellos son los nuevos vecinos y conforman un portal que debería llamarse mercado.bang.
Entre agosto de 2002 y octubre de 2009 la cifra de desmovilizados fue de 51.992. El 61% producto de las negociaciones de paz con las AUC. ¿Dónde están esos desmovilizados? Ya se los digo: Muchos aquí. Seguro que algunos en proyectos de resocialización, pero buena parte con la adrenalina encendida, pues las ofertas laborales institucionales son, a su gusto, muy aburridas. También en Barranquilla hay 104.532 desplazados por la violencia. Los procesos de adaptación y convivencia debe asumirlos la ciudad, que hace grandes esfuerzos para cumplir con esa carga. Un buen número se instaló aquí por miedo, luego de los juicios a los asesinos de sus parientes.
El tema es tan amplio y de estudio que el abogado y filósofo barranquillero Juan Pabón Arrieta hizo su tesis para Magíster en Derechos Humanos en la Universidad Alcalá de Henares sobre La Memoria y la Justicia Transicional , haciendo una crítica a la Ley de Justicia y Paz en Colombia. Se trata de aplicar justicia evitando la impunidad de los responsables por los crímenes cometidos mediante violaciones a los derechos humanos, sin que éstos pierdan su dignidad y puedan ser reincorporados a la sociedad. La justicia transicional es una respuesta a las violaciones sistemáticas a los DD.HH. Su objetivo es reconocer a las víctimas y promover iniciativas de paz, reconciliación y democracia. Qué bueno que el proceso de justicia y paz se abra paso, pero no es justo que ese camino se labre sin una política de retribución para el Atlántico y su capital, sociedades tradicionalmente pacíficas y que ahora pagan por ese riesgo, tanto que los reos piden quedarse en Barranquilla porque aquí, hasta en la Modelo, es más fácil la convivencia. Hay que complacerlos, son los nuevos vecinos, los de mercado.bang.
martes, 27 de julio de 2010
ALGO HUELE MAL CERCA AL CADÁVER DE BOLÍVAR
Por Humberto Mendieta
Camino por Maracaibo, en plena Plaza Bolívar, rodeada con celo y orgullo por el Palacio Municipal, el Banco Central, la Gobernación del Zulia y el Palacio Legislativo. Es el centro del Centro. Aguzo el oído para escuchar en las esquineras tertulias tropicales qué dicen los hermanos venezolanos de la controversial exhumación del cadáver del Libertador. Como un acto aberrante lo califican los más veteranos. “Son caprichos abusivos para prácticas non santas”, es una de las hipótesis que circula.
Algo huele mal. Y no son precisamente los restos del hombre que liberó cinco naciones, a quien le rendimos respeto y admiración y de quien hace apenas siete días exhumaron su cuerpo en Caracas, en una ceremonia que rayaba en rito con barniz científico. Lo particular es que junto al llanto teatral y plañidero se oía una queja sorda y adolorida de millones de venezolanos invisibles y vilipendiados.
Lo que huele mal son las 80 mil toneladas de alimentos que dejaron podrir.
Importada por el gobierno venezolano, la comida estaba en contenedores cargados de leche, trigo, carne y enlatados para los Mercal, los mercados populares. Tras ese “pequeño error” hay mil consejas sobre millonarios negocios de sobrefacturación y cambio de dólares, billetes cada vez más controlados aquí. Casualmente, hace tres días, en Barranquilla, también se sintió el olor fétido que establece que algo se está pudriendo. Pero esta vez no fue cerca a un cadáver, sino a su figura sobre “Palomo”, el caballo. Fue durante la ceremonia del 20 de julio, a los pies de la estatua del Padre de la Patria, en el Paseo de Bolívar, a pocos metros de la actual Alcaldía. La Plaza fue recuperada en 2003 por el Distrito con el denodado esfuerzo de la Universidad Simón Bolívar, pero ahora volvió al azote del vándalo, disfrazado de vagabundo o de ejecutivo, que aprovecha el desgano oficial, el laissez faire laissez passer barranquillero y la falta de respeto por los verdaderos símbolos para tomárselos como botín de guerra, como nuevos colonizadores.
Lo de Venezuela y Barranquilla se parece porque El Libertador está de por medio. En Caracas en un sarcófago. En la calle 34 en la figura. Lo de Barranquilla es tapado con otros distractores, lo de Venezuela es visto como un sacrilegio con el personaje y con la historia, en un acto que se acerca más a una nube de humo, pues tratar de establecer si El Caudillo de los Descamisados fue envenenado con arsénico no aporta nada, ni justifica una declaratoria de guerra. Se puede eso sí, correr el riesgo de una lamentable sorpresa si resultan ciertos los viejos rumores de que el terremoto de 1843 en Santa Marta removió la tumba. Dicen que los restos de su titular fueron lanzados al mar por santanderistas feroces y remplazados en el nicho por los de doña Josefina Diazgranados, noble dama de la más pura estirpe samaria.
________________________________________
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) ALGO HUELE MAL CERCA AL CADÁVER DE BOLÍVAR. Artículo de Opinión Publicado el 23 de julio en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia.
Camino por Maracaibo, en plena Plaza Bolívar, rodeada con celo y orgullo por el Palacio Municipal, el Banco Central, la Gobernación del Zulia y el Palacio Legislativo. Es el centro del Centro. Aguzo el oído para escuchar en las esquineras tertulias tropicales qué dicen los hermanos venezolanos de la controversial exhumación del cadáver del Libertador. Como un acto aberrante lo califican los más veteranos. “Son caprichos abusivos para prácticas non santas”, es una de las hipótesis que circula.
Algo huele mal. Y no son precisamente los restos del hombre que liberó cinco naciones, a quien le rendimos respeto y admiración y de quien hace apenas siete días exhumaron su cuerpo en Caracas, en una ceremonia que rayaba en rito con barniz científico. Lo particular es que junto al llanto teatral y plañidero se oía una queja sorda y adolorida de millones de venezolanos invisibles y vilipendiados.
Lo que huele mal son las 80 mil toneladas de alimentos que dejaron podrir.
Importada por el gobierno venezolano, la comida estaba en contenedores cargados de leche, trigo, carne y enlatados para los Mercal, los mercados populares. Tras ese “pequeño error” hay mil consejas sobre millonarios negocios de sobrefacturación y cambio de dólares, billetes cada vez más controlados aquí. Casualmente, hace tres días, en Barranquilla, también se sintió el olor fétido que establece que algo se está pudriendo. Pero esta vez no fue cerca a un cadáver, sino a su figura sobre “Palomo”, el caballo. Fue durante la ceremonia del 20 de julio, a los pies de la estatua del Padre de la Patria, en el Paseo de Bolívar, a pocos metros de la actual Alcaldía. La Plaza fue recuperada en 2003 por el Distrito con el denodado esfuerzo de la Universidad Simón Bolívar, pero ahora volvió al azote del vándalo, disfrazado de vagabundo o de ejecutivo, que aprovecha el desgano oficial, el laissez faire laissez passer barranquillero y la falta de respeto por los verdaderos símbolos para tomárselos como botín de guerra, como nuevos colonizadores.
Lo de Venezuela y Barranquilla se parece porque El Libertador está de por medio. En Caracas en un sarcófago. En la calle 34 en la figura. Lo de Barranquilla es tapado con otros distractores, lo de Venezuela es visto como un sacrilegio con el personaje y con la historia, en un acto que se acerca más a una nube de humo, pues tratar de establecer si El Caudillo de los Descamisados fue envenenado con arsénico no aporta nada, ni justifica una declaratoria de guerra. Se puede eso sí, correr el riesgo de una lamentable sorpresa si resultan ciertos los viejos rumores de que el terremoto de 1843 en Santa Marta removió la tumba. Dicen que los restos de su titular fueron lanzados al mar por santanderistas feroces y remplazados en el nicho por los de doña Josefina Diazgranados, noble dama de la más pura estirpe samaria.
________________________________________
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) ALGO HUELE MAL CERCA AL CADÁVER DE BOLÍVAR. Artículo de Opinión Publicado el 23 de julio en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia.
LOS ETERNOS CAUDALES DE LA MUERTE
Por Humberto Mendieta
No hay soluciones concretas ante esta amenaza mortal que se torna tan democrática a la hora de matar. Lo ha hecho a través de la historia de la ciudad con niños, jóvenes, prestigiosos médicos, fiscales, ejecutivos y amas de casa de todos los estratos. No importa que sea al Sur o al Norte. Los arroyos de Barranquilla son inclementes, son los eternos caudales de la muerte. Y son eternos porque como van las cosas no tendrán solución jamás. Aquí hay una pretensión de censo del número de muertes por los arroyos, cuya cifra real supera los mil.
Es cierto que es una herencia desde cuando la ciudad comenzó a ser urbanizada de manera formal. Ése fue un momento muy breve, pues vino enseguida la informalidad, uno de los factores que disparó la creación de los desordenados y asesinos caudales al desviar cauces naturales para invadir lotes con fines electoreros, además de construir grandes áreas de cemento, que evitan la absorción. Cada gobierno pasa sin resolver, aunque en la mayoría de los casos ha tenido el ánimo de hacerlo. Es cierto, el problema es tan grande y tan costoso que la solución es cada vez más lejana. Una alternativa para poner freno a las desordenadas escorrentías es crear incentivos o exenciones a quienes conserven antejardines y sobre todo a quienes eliminen placas de cemento en los antejardines, placas que evitan el curso natural del agua al suelo y subsuelo.
Un ejemplo palpable está en barrios como Las Nieves y Los Andes, y por supuesto también al norte de Barranquilla. En todos esos sectores los propietarios diseñan indiscriminadamente su acera con losas que evitan la circulación regular de peatones y de corrientes de agua. Pero un incentivo es muy costoso y una prohibición muy impopular, y a los gobiernos les interesa más la popularidad que el bien común.
Es increíble que la primera recomendación oficial en materia de arroyos se hizo tardíamente en 1957 y fue por medio del Primer Plan Regulador de Barranquilla, que proponía la canalización de algunos arroyos para reordenar el espacio físico y evitar el caos urbano que ahora estamos viviendo. Pero en los 60 los politiqueros tradicionales incentivaron las invasiones, factor que incrementó la impermeabilización y a su vez disminuyó la absorción de la superficie con la construcción de viviendas y vías en concreto. No alcanza el espacio de esta columna para enumerar las decenas de proyectos que han pretendido eliminar o disminuir el peligro de los arroyos. Una de ellas fue la construcción de reservorios de agua para disminuir los volúmenes de escorrentía. Otro, un sistema de alcantarillado pluvial con tubos de 4 a 5 metros de diámetro. O el proyecto de los hermanos Arzuza, que propusieron cubrir con canales de concreto estructural prefabricado las calles y avenidas por donde transitan los arroyos.
También estuvo la captación de aguas. Está a su vez el famoso y renombrado estudio de la Misión Japonesa con la instalación de cunetas y box coulverts. En 2002 una asesoría de la Universidad Nacional dio luces, pero no había plata. En fin, Barranquilla no está preparada para enfrentar los intensos aguaceros tropicales sobre una ciudad de cemento. Pero ninguna cifra, ningún proyecto va a devolver la vida a los miles de hombres y mujeres ahogados en los caudales de la muerte. Ni a Jaime Salazar, el niño que esta semana murió arrastrado por el arroyo de la 21.
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) LOS ETERNOS CAUDALES DE LA MUERTE. Artículo de Opinión Publicado el 16 de julio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com
No hay soluciones concretas ante esta amenaza mortal que se torna tan democrática a la hora de matar. Lo ha hecho a través de la historia de la ciudad con niños, jóvenes, prestigiosos médicos, fiscales, ejecutivos y amas de casa de todos los estratos. No importa que sea al Sur o al Norte. Los arroyos de Barranquilla son inclementes, son los eternos caudales de la muerte. Y son eternos porque como van las cosas no tendrán solución jamás. Aquí hay una pretensión de censo del número de muertes por los arroyos, cuya cifra real supera los mil.
Es cierto que es una herencia desde cuando la ciudad comenzó a ser urbanizada de manera formal. Ése fue un momento muy breve, pues vino enseguida la informalidad, uno de los factores que disparó la creación de los desordenados y asesinos caudales al desviar cauces naturales para invadir lotes con fines electoreros, además de construir grandes áreas de cemento, que evitan la absorción. Cada gobierno pasa sin resolver, aunque en la mayoría de los casos ha tenido el ánimo de hacerlo. Es cierto, el problema es tan grande y tan costoso que la solución es cada vez más lejana. Una alternativa para poner freno a las desordenadas escorrentías es crear incentivos o exenciones a quienes conserven antejardines y sobre todo a quienes eliminen placas de cemento en los antejardines, placas que evitan el curso natural del agua al suelo y subsuelo.
Un ejemplo palpable está en barrios como Las Nieves y Los Andes, y por supuesto también al norte de Barranquilla. En todos esos sectores los propietarios diseñan indiscriminadamente su acera con losas que evitan la circulación regular de peatones y de corrientes de agua. Pero un incentivo es muy costoso y una prohibición muy impopular, y a los gobiernos les interesa más la popularidad que el bien común.
Es increíble que la primera recomendación oficial en materia de arroyos se hizo tardíamente en 1957 y fue por medio del Primer Plan Regulador de Barranquilla, que proponía la canalización de algunos arroyos para reordenar el espacio físico y evitar el caos urbano que ahora estamos viviendo. Pero en los 60 los politiqueros tradicionales incentivaron las invasiones, factor que incrementó la impermeabilización y a su vez disminuyó la absorción de la superficie con la construcción de viviendas y vías en concreto. No alcanza el espacio de esta columna para enumerar las decenas de proyectos que han pretendido eliminar o disminuir el peligro de los arroyos. Una de ellas fue la construcción de reservorios de agua para disminuir los volúmenes de escorrentía. Otro, un sistema de alcantarillado pluvial con tubos de 4 a 5 metros de diámetro. O el proyecto de los hermanos Arzuza, que propusieron cubrir con canales de concreto estructural prefabricado las calles y avenidas por donde transitan los arroyos.
También estuvo la captación de aguas. Está a su vez el famoso y renombrado estudio de la Misión Japonesa con la instalación de cunetas y box coulverts. En 2002 una asesoría de la Universidad Nacional dio luces, pero no había plata. En fin, Barranquilla no está preparada para enfrentar los intensos aguaceros tropicales sobre una ciudad de cemento. Pero ninguna cifra, ningún proyecto va a devolver la vida a los miles de hombres y mujeres ahogados en los caudales de la muerte. Ni a Jaime Salazar, el niño que esta semana murió arrastrado por el arroyo de la 21.
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) LOS ETERNOS CAUDALES DE LA MUERTE. Artículo de Opinión Publicado el 16 de julio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com
RICARDO… JORGE…
Por Humberto Mendieta
El Mundial, la publicidad y el caos de Barranquilla tienen en común la multitud, el ruido, la ironía, la ridiculización y las sorpresas. Sobre todo las sorpresas. Pero en el Mundial, al igual que en la publicidad, éstas forman parte del juego. En cambio las pretendidas y absurdas soluciones al desorden local aparecen de pronto, para asustarnos y no para aliviarnos.
No saben los ingeniosos creadores de las nuevas y graciosas piezas publicitarias del “lugar equivocado” de Davivienda, emitidas por los canales nacionales en el marco del Mundial, cuán cercanos estamos en Barranquilla al compañero de transmisión de Ricardo y Jorge, los supuestos periodistas del máster de televisión que reciben las cantinflescas y casi siempre equívocas intervenciones de su colega, ubicado, o en realidad, desubicado en Sudáfrica.
Así estamos aquí. Aún no hay suficiente ilustración sobre las inexplicables sorpresas de los portales y las estrechas vías del Transmetro y del puente de la 38 con Circunvalar, obras a las que se les ha bautizado en la picaresca local como ‘añuñías’ en el caso del transporte masivo, y como ‘El puente de los agachados’, en lo que pretende ser solución al embotellamiento del cruce de la vía a Juan Mina con la Circunvalación. Es inaudito cómo fue cercenada la carrera 46, columna vertebral de la ciudad en el marco de la malla vial. La ciudad fue sometida a una intervención quirúrgica para que camine mejor, pero los médicos –los constructores– la dejaron inválida.
El puente de marras no llega ni a tesis de grado, con errores garrafales que la Sociedad de Ingenieros señala como de una pobreza profesional que posibilitó otra obra mezquina con la ciudad, en términos geométricos, urbanísticos y operativos.
No sabemos qué dirán Ricardo y Jorge desde el máster central, pero la alternativa de hacer túneles para que puedan pasar los vehículos debido a la poca altura con que fue construido, raya en el chiste, la burla y la imprevisión. Reconocidos columnistas de este diario, como Roberto Zabaraín y Horacio Brieva, han explicado en detalle el porqué de los errores.
Nuestro número 10, el alcalde Char, gran conocedor de fútbol, tiene dos obligaciones en el amplio estadio que es la administración pública: la primera, preservar el bien común, que en este caso no se está cumpliendo. La segunda, salvar su honor profesional ya que es ingeniero civil y algo debe saber del tema. ¿O cómo explica que pidiera airado la renuncia del Gerente de Transmetro dos años y medio después de ejercer su cargo de primera autoridad?
Por lo pronto, ambas obras son sendos autogoles monumentales que el compañero de Ricardo y Jorge anunciaría como lo hacen las autoridades locales, como un éxito, cuando se trata de un estruendoso y vergonzante fracaso. Lo que es peor, irreparable, porque al menos los mundiales son cada cuatro años y los perdedores tienen la justa oportunidad de reivindicarse, más no los inermes ciudadanos de una regular administración disfrazada de eficaz. Sigan ustedes en estudio, Riicaardoo… Joorgee…
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) RICARDO… JORGE…Artículo de Opinión Publicado el 09 de julio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com
El Mundial, la publicidad y el caos de Barranquilla tienen en común la multitud, el ruido, la ironía, la ridiculización y las sorpresas. Sobre todo las sorpresas. Pero en el Mundial, al igual que en la publicidad, éstas forman parte del juego. En cambio las pretendidas y absurdas soluciones al desorden local aparecen de pronto, para asustarnos y no para aliviarnos.
No saben los ingeniosos creadores de las nuevas y graciosas piezas publicitarias del “lugar equivocado” de Davivienda, emitidas por los canales nacionales en el marco del Mundial, cuán cercanos estamos en Barranquilla al compañero de transmisión de Ricardo y Jorge, los supuestos periodistas del máster de televisión que reciben las cantinflescas y casi siempre equívocas intervenciones de su colega, ubicado, o en realidad, desubicado en Sudáfrica.
Así estamos aquí. Aún no hay suficiente ilustración sobre las inexplicables sorpresas de los portales y las estrechas vías del Transmetro y del puente de la 38 con Circunvalar, obras a las que se les ha bautizado en la picaresca local como ‘añuñías’ en el caso del transporte masivo, y como ‘El puente de los agachados’, en lo que pretende ser solución al embotellamiento del cruce de la vía a Juan Mina con la Circunvalación. Es inaudito cómo fue cercenada la carrera 46, columna vertebral de la ciudad en el marco de la malla vial. La ciudad fue sometida a una intervención quirúrgica para que camine mejor, pero los médicos –los constructores– la dejaron inválida.
El puente de marras no llega ni a tesis de grado, con errores garrafales que la Sociedad de Ingenieros señala como de una pobreza profesional que posibilitó otra obra mezquina con la ciudad, en términos geométricos, urbanísticos y operativos.
No sabemos qué dirán Ricardo y Jorge desde el máster central, pero la alternativa de hacer túneles para que puedan pasar los vehículos debido a la poca altura con que fue construido, raya en el chiste, la burla y la imprevisión. Reconocidos columnistas de este diario, como Roberto Zabaraín y Horacio Brieva, han explicado en detalle el porqué de los errores.
Nuestro número 10, el alcalde Char, gran conocedor de fútbol, tiene dos obligaciones en el amplio estadio que es la administración pública: la primera, preservar el bien común, que en este caso no se está cumpliendo. La segunda, salvar su honor profesional ya que es ingeniero civil y algo debe saber del tema. ¿O cómo explica que pidiera airado la renuncia del Gerente de Transmetro dos años y medio después de ejercer su cargo de primera autoridad?
Por lo pronto, ambas obras son sendos autogoles monumentales que el compañero de Ricardo y Jorge anunciaría como lo hacen las autoridades locales, como un éxito, cuando se trata de un estruendoso y vergonzante fracaso. Lo que es peor, irreparable, porque al menos los mundiales son cada cuatro años y los perdedores tienen la justa oportunidad de reivindicarse, más no los inermes ciudadanos de una regular administración disfrazada de eficaz. Sigan ustedes en estudio, Riicaardoo… Joorgee…
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) RICARDO… JORGE…Artículo de Opinión Publicado el 09 de julio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com
LOS ARROYOS AHOGAN LA JUSTICIA
Por Humberto Mendieta
Una tarde lluviosa de septiembre del 87 un bus de la ruta Porvenir Paraíso fue arrastrado por las aguas del temible y traicionero arroyo de la 84. Esa vez –relatan los testigos- no fue imprudencia del conductor que manejaba entre un incipiente arroyito producto del chaparrón en ese sector. De pronto un verdadero torrente se les vino encima, imparable y originado en el aguacero descomunal que había caído sobre otros barrios de la parte alta de la ciudad. Fue entonces cuando comenzó la tragedia. Las aguas arrastraron el pesado automotor y los indefensos pasajeros salieron disparados. Se ahogaron siete personas, entre ellas universitarios y amas de casa. Una de las víctimas fue Jorge Salazar, pensionado de
La familia del militar retirado decidió interponer una acción legal contra la ciudad. Más que la búsqueda de la indemnización querían poner el dedo en la llaga de una crónica enfermedad que aqueja a los barranquilleros como una vieja artritis que de año en año hace su dolorosa aparición. Y lo lograron. Nunca antes se había obtenido una condena por esta falla en el servicio, como se denomina en términos jurídico a la falencia del Estado en la preservación y cuidado de sus asociados.
Los arroyos no son sólo un tema de parálisis de la economía. Se trata de la vida, de la protección de los ciudadanos.
El proceso comenzó en 1990 con demanda ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Atlántico, donde fue fallado a favor de los demandantes, grupo conformado por la viuda y los hijos del señor Salazar. La condena produjo un efecto inmediato: la ciudad ubicó señales de “Arroyo peligroso” para prevenir a la gente y evitar otros procesos. Sin embargo, y eso es objeto de otra discusión, los casos siguen en buena parte por irresponsabilidad de conductores.
En 1998 el Consejo de Estado confirmó la decisión de primera instancia. Los procedimientos judiciales lo llevaron al Juzgado 14 Civil del Circuito, que aprobó la indemnización en el proceso radicado en el expediente número 206-2000, acuerdo que hizo tránsito a cosa juzgada. Los demandantes hicieron los requerimientos correspondientes y desde 2001 los Alcaldes de Barranquilla han hecho caso omiso de la orden judicial, en una muestra de intolerancia e infinita burocracia irrespetuosa de las órdenes judiciales. Ignorancia, burocracia, desacato o todo junto se plasman en este proceso que bien podría ser el de Kafka, sólo que aquí los arroyos ahogan la justicia.
Los capítulos de esta historia están resumidos en el proceso de restructuración de deudas del Distrito,
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) LOS ARROYOS AHOGAN LA JUSTICIA. Artículo de Opinión Publicado el 02 de julio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com
CUANDO UN HIJO SE VA
Por Humberto Mendieta
En los últimos 20 años Colombia ha consolidado un luctuoso liderazgo, el del rompimiento de la cadena del duelo, que se materializa cuando los hijos se van de este mundo primero que los padres. No hay dolor mayor, ni pena más dura. Es una prueba de la vida sólo para valientes mártires escogidos al azar. Es jugada inesperada en el ajedrez del destino contra la que nadie está preparado. La razón por la que Colombia va entre los primeros de ese triste e inmisericorde ranking se debe a la violencia rayana en ciudades y verdes campos, durante bastante tiempo pintados de rojo. Muchos padres han tenido que enterrar a sus hijos y en algunos casos aún más desesperanzadores ni siquiera acceden a darles el último adiós.
Reinan circunstancias como la intolerancia o a la criminalidad, infaltables ingredientes de la violencia nacional que ha martirizado al país. Recuerdo todavía con dolor la historia de un campesino en Córdoba que seguía llamando a su hijo con gritos de vaquería para que cerrara el portón, ordeñara a La Moruna o limpiara el potrero. Se negaba a aceptar u olvidaba adrede que su hijo había muerto hacía meses por las balas asesinas del paramilitarismo.
Hay otras circunstancias diferentes a las originadas en la clásica violencia nacional y ocurren cuando por otras razones, ángeles, en el primor de sus vidas, son arrebatados en un instante del seno de su hogar, haciendo trizas el bien elaborado libreto de su destino, destrozando a dentelladas un futuro armado con tesón de amantísimos padres trabajadores, responsables y queridos por la comunidad, como es el caso de Beatriz Elnesser, Janeth Urquijo, Darío Cabello, Mónica Angulo y Juancho Consuegra, un hombre que, paradójicamente, día a día cura, salva niños o los recibe a la vida con incomparable alegría. Y como es el caso de miles de seres humanos a los que se les han ido de las manos algunas de sus gemas más valiosas.
¿Hay alguna pócima milagrosa, una vacuna contra la pena, un ungüento que alivie la daga en el alma que produce la pérdida de un hijo? No. No la hay. Psicólogos y religiosos; humanistas y científicos; madres, padres y abuelos ponen al servicio del mundo sus sesudos y amorosos conocimientos para menguar el sufrimiento. Lo alivian sí, pero el duelo hay que hacerlo.
También existen organizaciones de apoyo espiritual y psicológico como La Gema Perdida y otras conformadas por quienes la vida los privó de seguir compartiendo en este plano de la existencia los éxitos, las alegrías, las tristezas o la sonrisa de un vástago. Cuando esto ocurre, cuando un hijo se va, un invisible botón de pausa detiene de un tajo la vida y deja a los dolientes, que somos todos, en un inexplicable limbo. Hay que derramar las lágrimas, hacer el duelo con fortaleza y vivir para quienes están vivos.
________________________________________
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) CUANDO UN HIJO SE VA. Artículo de Opinión Publicado el 25 de junio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)