martes, 27 de julio de 2010

ALGO HUELE MAL CERCA AL CADÁVER DE BOLÍVAR

Por Humberto Mendieta

Camino por Maracaibo, en plena Plaza Bolívar, rodeada con celo y orgullo por el Palacio Municipal, el Banco Central, la Gobernación del Zulia y el Palacio Legislativo. Es el centro del Centro. Aguzo el oído para escuchar en las esquineras tertulias tropicales qué dicen los hermanos venezolanos de la controversial exhumación del cadáver del Libertador. Como un acto aberrante lo califican los más veteranos. “Son caprichos abusivos para prácticas non santas”, es una de las hipótesis que circula.

Algo huele mal. Y no son precisamente los restos del hombre que liberó cinco naciones, a quien le rendimos respeto y admiración y de quien hace apenas siete días exhumaron su cuerpo en Caracas, en una ceremonia que rayaba en rito con barniz científico. Lo particular es que junto al llanto teatral y plañidero se oía una queja sorda y adolorida de millones de venezolanos invisibles y vilipendiados.

Lo que huele mal son las 80 mil toneladas de alimentos que dejaron podrir.

Importada por el gobierno venezolano, la comida estaba en contenedores cargados de leche, trigo, carne y enlatados para los Mercal, los mercados populares. Tras ese “pequeño error” hay mil consejas sobre millonarios negocios de sobrefacturación y cambio de dólares, billetes cada vez más controlados aquí. Casualmente, hace tres días, en Barranquilla, también se sintió el olor fétido que establece que algo se está pudriendo. Pero esta vez no fue cerca a un cadáver, sino a su figura sobre “Palomo”, el caballo. Fue durante la ceremonia del 20 de julio, a los pies de la estatua del Padre de la Patria, en el Paseo de Bolívar, a pocos metros de la actual Alcaldía. La Plaza fue recuperada en 2003 por el Distrito con el denodado esfuerzo de la Universidad Simón Bolívar, pero ahora volvió al azote del vándalo, disfrazado de vagabundo o de ejecutivo, que aprovecha el desgano oficial, el laissez faire laissez passer barranquillero y la falta de respeto por los verdaderos símbolos para tomárselos como botín de guerra, como nuevos colonizadores.

Lo de Venezuela y Barranquilla se parece porque El Libertador está de por medio. En Caracas en un sarcófago. En la calle 34 en la figura. Lo de Barranquilla es tapado con otros distractores, lo de Venezuela es visto como un sacrilegio con el personaje y con la historia, en un acto que se acerca más a una nube de humo, pues tratar de establecer si El Caudillo de los Descamisados fue envenenado con arsénico no aporta nada, ni justifica una declaratoria de guerra. Se puede eso sí, correr el riesgo de una lamentable sorpresa si resultan ciertos los viejos rumores de que el terremoto de 1843 en Santa Marta removió la tumba. Dicen que los restos de su titular fueron lanzados al mar por santanderistas feroces y remplazados en el nicho por los de doña Josefina Diazgranados, noble dama de la más pura estirpe samaria.
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Mendieta-Torres, Humberto. (2010) ALGO HUELE MAL CERCA AL CADÁVER DE BOLÍVAR. Artículo de Opinión Publicado el 23 de julio en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia.

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