martes, 27 de julio de 2010

AQUEL NOVIEMBRE DEL 85


Por Humberto Mendieta
Ningún noviembre tan nefasto como el del 85. Primero el Palacio de Justicia y siete días después Armero. Fue un dolor tras otro. Hoy la condena al Coronel Plazas Vega nos trae ese triste recuerdo y aunque un país civilista respira relativamente resarcido, otro país se siente chivo expiatorio. La sentencia a 30 años al militar vincula con firmeza al entonces Presidente Belisario Betancur, de triste desempeño durante su cuatrienio y de decisiones equivocas en momentos coyunturales de la nación. B.B. fue más poeta, más lúdico y más relacionista público que estadista.
Recuerdo la tarde de otro noviembre, el de 2002, cuando entrevisté a Plazas Vega. El era Director de Estupefacientes del actual gobierno. Ese era el objeto de la entrevista. Se mostró como lo que es: un militar veterano, curtido, tropero y radical. Toqué el tema del Palacio y lo eludió. “Ya pasó. No quiero hablar de eso. Cumplí con mi deber”.
En aquel noviembre del 85 murieron dos barranquilleros que se desempeñaban en la Corte, el doctor Andrade, Magistrado Auxiliar del Magistrado Dante Fiorillo, y la secretaría de éste, Nurys de Piñeres.
Otro Caribe, Alfonso Jacquin, fue actor como miembro del M-19. Lo conocí en la Unilibre, siendo él profesor y aguerrido y tremendista militante de izquierda. Fue el de la idea del juicio a Betancur, apoyado en un alegato de Uribe Uribe de que la "protesta armada" era legítima para lograr un fin político supuestamente altruista. Solo que el “M” jugó cartas equivocadas, pensaron que lo más excelso de la intelectualidad jurídica del país, la mejor Corte Suprema de la historia, era la joya de la corona para negociar con el gobierno, al que no le importó y en cambio exageró la legítima defensa de la institución al desbordarse en el ataque. De ahí el fallo de la valiente Jueza.
El periodista Horacio Brieva afirma ahora que Jacquin despilfarró su vida y su futuro como abogado y como político en una acción demencial que ha tenido consecuencias tan funestas para el país y que dejó dolor, odios y rencores.
Odios y rencores que se exacerbaron desde que vimos por televisión cuando los tanques cascabel y urutú del ejército derribaban la puerta del Palacio, justo donde paradójicamente están las palabras de Santander: “Colombianos si las armas os dieron la independencia, las leyes os darán la libertad”.

Se respondió a la fuerza con la fuerza, que remplazó a la razón. Las armas remplazaron la inteligencia y se derivó a la catástrofe, rindiendo culto a la violencia por parte y parte. Un triste testimonio señala que el Ministro de Gobierno de B.B., Jaime Castro, rechazó la mediación de García Márquez, calificándolo de charlatán. Se perdió un mediador de oro para el cese al fuego pedido por Reyes Echandía. Esa respuesta en tono descalificador cerró la posibilidad del diálogo a fin de evitar la catástrofe humanitaria que no se pudo impedir y de la cual la conciencia democrática y humanista de la nación no se recupera todavía.

Sin duda el M-19 se equivocó de edificio porque si hubiese asaltado el del frente del Palacio, es decir el del Congreso, el gobierno hubiera negociado sin sangre ni fuego.



Mendieta-Torres, Humberto. (2010) AQUEL NOVIEMBRE DEL 85. Artículo de Opinión Publicado el 11 de junio de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com

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