Por Humberto Mendieta
Ángel Beccassino es argentino, vive en Colombia y no es futbolista. A él se debe el título de esta columna, que viene perfecto al triste y repetido panorama postelectoral que padecemos con vergüenza. Y a él se debe porque así se llama su libro que ofrece además en la portada una apetecida y sustanciosa línea: “Cómo se vende la imagen de un político”.
Sólo que el precio del poder no es el que pagan los malos políticos sino los colombianos a los que éstos nos pasan costosas facturas mermando nuestra calidad de vida. Para escribir en términos legales: repiten contra nosotros por lo pagado. Es decir, nos cobran con altos intereses lo invertido en las siempre dudosas elecciones. ¿Invertido? Sí. Lo volvieron un negocio, un negocio sucio que se pelea codo a codo con el narcotráfico lugares privilegiados en el ranking de lo delictuoso.
Y a eso se debe en gran parte el alto nivel de Necesidades Básicas Insatisfechas en lo material y en lo mental que sufrimos en Colombia. Sería estupendo, como estudio del inconsciente colectivo, que un grupo de psicoanalistas decidieran sentar al país en un diván, usando como muestra datos y elementos de la prensa, la televisión, la radio y la opinión pública para auscultar en los hemisferios, en la silla turca, en el hipotálamo.
Serviría al menos para saber en qué estado de paranoia y trauma del día después nos encontramos. Sería bueno saber por qué nos quejamos de lo previsible, de la historia repetida, de la pasividad ciudadana, del morboso disfrute de criticar a quienes nos arrebatan de frente ‘march’ los bienes y la dignidad. Por eso necesitamos el psicoanálisis, para recuperar la conciencia perdida. Precisamente por eso sería bueno saber por qué a sabiendas de ser robados los toleramos y pagamos por ellos el precio del poder, de su poder.
Beccassino no tiene la culpa. Cuando publicó su bien documentado libro en 2003 ya el poder tenía precio y no era exactamente a base de esfuerzo, conocimiento, capacidad, honestidad, responsabilidad, compromiso ciudadano y sensibilidad social. Ya existía la compra de votos, el TLC –Techo, Láminas y Cemento– y los ‘lentejos’ engominados.
“¿Admira usted a quienes en la pasada elección obtuvieron una copiosa votación?” Esa es una pregunta cerrada de encuesta de opinión y la respuesta es un sonoro No. Sobran dedos de las manos, de la izquierda y de la derecha, para contar a los candidatos que merecen el aplauso. Los otros, que son mayoría, ganan aritméticamente pero nadie les cree, pero los felicitan, les hacen genuflexión y les rinden homenajes. Y lo mejor, o lo peor, es que ellos los reciben convencidos y sinceramente emocionados.
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Mendieta-Torres, Humberto. (2010) EL PRECIO DEL PODER. Articulo de Opinión Publicado el 19 de marzo de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia.
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