viernes, 30 de julio de 2010
MUERTOS EN POTENCIA
Por Humberto Mendieta
Cada ser humano que porta un arma es un muerto en potencia porque es quien está dispuesto a enfrentar una agresión, a vengar el honor mancillado, a recuperar lo hurtado, a devolver la ofensa. En fin, decenas de causas que lo llevan a defender o a atacar, y por supuesto, a arriesgar y a morir. Los antecedentes colombianos son macabros. Las armas están presenten en nuestra historia desde que se presume el nacimiento de la violencia en Colombia por la lucha de la tenencia de la tierra, por razones partidistas, por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, por el narcotráfico, y de nuevo por la tierra, pero esta vez enfundada en ropa de guerrilla o de paramilitarismo. Hay estadísticas.
Se estima que cerca de más de mil personas mueren a diario en el mundo sólo por lo que se denominan armas ligeras. Es decir el 38 corto, la escopeta de caza, la pistola doméstica, el revólver en la mesa de noche. Sólo la cuarta parte de esas bajas son por conflictos bélicos y el 5% por accidentes. ¿Qué pasa con el otro 70%? El 14% son suicidios y el 56% homicidios por asaltos y riñas, producto de la intolerancia y la violencia doméstica. Y ahí están como ejemplo diario los titulares de prensa con los mismos protagonistas: un marido celoso o un borracho rabioso. Una profunda cultura del arma, que tiene más arraigo en zonas caribeñas como La Guajira y el Cesar, y en regiones andinas como los Santanderes, Antioquia y los Llanos, produce un alto nivel de homicidios cada año, que contribuyen a que América Latina sea el continente más violento del mundo.
Hay una tendencia del colombiano a armarse en busca de sentirse seguro. Lo que logra ese ciudadano es crear situaciones de riesgo y patrones de conductas violentas en los niños. Tener un arma en casa incrementa casi tres veces el riesgo de muerte para una familia. En este país, el 82,2% de las muertes no se originan en el conflicto
Entonces ahí viene el fierro, el trueno, el chopo y toda la jerga del homicida ocasional, y quién quita, del matón profesional. Por todo esto hay que reconocer la efectividad del programa de desarme que se ha realizado aquí con el liderazgo de la Gobernación del Atlántico, ‘No a las armas, sí a la vida’, inclusive luchando desarmados contra fuertes corrientes opuestas al programa. Pero los números hablan y mostraron que los homicidios bajaron considerablemente durante los últimos cuatro meses de 2009. Fue un ejemplo de civilidad acogido como modelo en 31 departamentos con campañas pedagógicas. Han pasado 233 años desde que durante la colonia, en 1777, la Corona prohibió el uso de la ruana en Nueva Granada por considerarla peligrosa. ¿No podemos hacer lo mismo con las armas?
Mendieta-Torres, Humberto. (2010) MUERTOS EN POTENCIA. Artículo de Opinión Publicado el 31 de julio en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia.humberme@yahoo.com
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