martes, 27 de julio de 2010

CARRITOS POR PUESTO



Por Humberto Mendieta

Así se les llama en Venezuela a los viejos e inmensos taxis que atraviesan rápida y temerariamente la frontera. Son lanchones LTD y Cadillac que van raudos con gasolina baratísima y de buen octanaje de Maicao a Maracaibo y viceversa. 45 Bolívares Nuevos o 45 mil viejos –es decir unos 12 mil pesos colombianos- cuesta el pasaje y en cada viaje llevan cinco pasajeros. En esos carritos por puesto nos transportamos con frecuencia y valentía una entusiasta manada de periodistas y profesores que cursamos con avidez una maestría en LUZ, como se conoce por sus siglas a la emblemática e inmensa Universidad del Zulia, que alberga 60 mil estudiantes.

Como nosotros, que somos una cohorte de 31 maestrantes conformada en su mayoría por docentes universitarios, hay cientos de colombianos fronterizos que cursan especializaciones en el país hermano, porque fraternidad es lo que nos ofrece todo el que topamos o con quien compartimos allá, muy lejos del lenguaje beligerante de su presidente contra el nuestro. Muy lejos también de los otrora temidos guardias que vigilaban acuciosos La Raya y unas siete alcabalas más.

Visa en mano y un carné universitario de LUZ, más respetado que valija diplomática, hemos transitado los 108 kilómetros de carretera del Zulia vía Maracaibo sin ningún contratiempo o percance incómodo o humillante como se escuchaba en otros tiempos. Ni siquiera los ánimos semicaldeados y oportunistas de Caracas y Bogotá parecen afectar una situación de hecho que consolida como verdaderas hermanas a dos naciones por sus respetivas naturalezas y no por tratados ni acuerdos de burocráticas cancillerías.

“¿Maestría en Venezuela?”, es una pregunta que me hacen con cierto escepticismo y en algunos casos con un dejo de ironía. Las cosas han cambiado, respondo. Y no necesariamente se debe al gobierno que rige ese país con sofocación desde hace 11 años, dos meses y 7 días. Es que así como ahora los colombianos pisamos fuerte allá, con nuestra moneda tradicionalmente débil, en contraste Venezuela tiene una interesante oferta en educación superior para nosotros. Obedece a un sector de ese país que no hemos visto, porque siempre uno ve lo que quiere. Son comunicólogos con profundos discursos académicos que miramos con respetuoso celo. Le han sacado provecho del bueno a su estándar “veneco” para investigar las teorías de la comunicación, escribir y asistir a decenas de congresos y seminarios internacionales que ya dan resultados.

En ese proceso Venezuela ha mejorado. Mientras el mercado interno de autoabastecimiento es débil y el país se mantiene gracias a las divisas petroleras, cientos de jóvenes buscan la educación para volver a tener lo que tenían. Se acabó la vida muelle, nos dicen allá. Por ahora los carritos por puesto siguen siendo parte de la maestría. Son aulas rodantes en las que se oyen conversaciones de todo tipo de contertulios como el chofer, un maracucho que en realidad nació hace 42 años en Santa Lucía, Atlántico; un comerciante, una mujer wayuú que trae mercancía, un profesor de primaria y una joven médica que hace su rural en Sinamaica y se le varó el carro. Hablan sin tapujos de su gobierno, de lo bueno y lo malo. De lo burdo y lo social. Y del nuestro también, con ligera admiración y maliciosa prevención. Tienen razón.
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Mendieta-Torres, Humberto. (2010) CARRITOS POR PUESTO. Artículo de Opinión Publicado el 09 de Abril de 2010 en el Diario El Heraldo. Barranquilla. Colombia. humberme@yahoo.com

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